viernes, 10 de marzo de 2017

Canción de animales para mi hija

La jirafa
es muy larga
come hojas
que están altas.


Señor gato
sin zapatos
juega y trepa
en mi cuarto.


El Elefante,
orejas grandes,
trompa larga
y pies gigantes.


El lemur
con rayas negras,
con su cola
él se cuelga.


Es mi perro
muy inquieto
salta y ladra
con esmero.


El león
tiene melena,
dientes grandes
si bosteza.


El Cocodrilo
en el río,
nos espía
con sigilo.


Las ovejas
abrigadas,
en invierno
tejen lana.


Las palomas
en el cielo
con su alas
hacen viento.


La Mariposa
come néctar
de las flores
de mi huerta.


Las abejas
miel fabrican,
desde lejos
nunca pican.


El sapo
bajo tierra,
caza bichos
con su lengua.


El hornero
a su casa,
con mucho barro
la alza.


La tortuga
muy hambrienta,
con la lechuga
se tienta.

martes, 21 de febrero de 2017

Dibujos

Hoy mi hija dibujó un río que bajaba por la montaña,
con forma de escalera para treparla fácilmente.
Luego a una laguna azul y chiquita,
la transformó en el ojo de una princesa.

Hoy mi hija me dibujó con los brazos abiertos,
así la puedo esperar siempre con un abrazo.
Luego transformó el perfil de mi cara
en el contorno de un castillo que llegaba hasta el cielo.

Hoy mi hija dibujó un pulpo de cuatro patas,
las otras cuatro se veían al trasluz al dar vuelta la hoja.
Luego se encargo de colgarlo con imanes en la heladera,
junto a las otras piezas de su inmenso rompecabezas.

jueves, 22 de diciembre de 2016

La gran semana de las escondidas

Esta semana, aprovechando que mi hija ya cuenta hasta diez, aprendimos a jugar a las escondidas en el patio de casa. Para mi sorpresa, el juego duró casi una hora ininterrumpida.

A la noche empecé a preparar todo para cocinar, pero como mi hija me seguía saltando con los ojos tapados al grito de -¡Escondida, escondida!. Miré a techo por unos segundos mientras bostezaba y tuve uno de esos escasos momentos únicos de iluminación paternal.

Empezamos a jugar y yo contaba hasta diez muuuyyy leeentaaaameeeeenteeee mientras pelaba las verduras. La encontraba, volvía a contar mientras picaba la cebolla. Volvía a descubrir su escondite y me acercaba corriendo a ver cómo seguía la salsa por diez segundos cada vez más aletargados.

Para el final de la semana, mi hija se convirtió en una eximia profesional en el arte de camuflarse en el hogar, Esto quedó determinado luego de diez minutos de pánico y desesperación en los que no la podía encontrar por ningún lado porque ella había empezado a jugar pero no e había avisado.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Misión imposible 1: Educación Vial

Mientras le explico a mi hija que no se debe cruzar la calle mientras veamos al hombre rojo en el semáforo, veinte personas cruzaron apurados para que no los pise el auto que venía anunciándose a bocinazos. Mi hija me mira descreída mientras le sigo explicando que esas veinte personas que cruzaron en rojo están desquiciadas y que nuestra forma de comportarnos sería lo normal.

Seguimos avanzando y nos encontramos con las barreras bajas que anuncian el paso del tren. Mi hija se cansa de ver gente cruzar mientras nosotros esperamos, se para frente a una persona y abriendo sus brazos le grita-¡Alto!. Después que pasaran por su costado unas cinco personas más, mi hija entendió que todavía no es lo suficientemente grande para cambiar el curso del mundo.

Esperando al subte comenzó a tironear a una mujer de la pollera porque estaba muy cerca del borde del andén.

Por suerte a veces su empeño funciona, ayer logró que todo el resto de los ocupantes del auto se abrocharan el cinturón de seguridad antes de arrancar. Tal vez entendió que los grandes cambios empiezan a gestarse con pequeñas acciones.


lunes, 31 de octubre de 2016

Un caramelito

Una costumbre histórica, al menos en nuestro país, es la de darle un caramelo a un niño o niña en pleno desarrollo de una rabieta para calmarlo.

A mi hija le ofrecen caramelos muy seguido, incluso la gente ni se toma la molestia en preguntarme.

En las filas lentas del almacén, no sólo le ofrecen algo dulce, sino la posibilidad de saltarnos al primer lugar. Mi respuesta es siempre la misma, no queremos que se acostumbre a recibir regalos en la calle y a lo segundo explico que tiene que aprender a ser paciente.

La mayor aberración al respecto la vi de casualidad en el jardín maternal. En la clase de gimnasia manejaban a todos los chicos con caramelos como premio, así como se entrenan a los perros. Otra de las razones por las que decidimos que ese jardín no era para ella.

Viajando en el subte, enfrente nuestro, una hija de treinta y pico le reprocha a su madre el haberle ofrecido una golosina a mi hija; me pide disculpas (sólo la hija), diciéndome que su madre es de otra época y que por más que ya se lo expliqué mil quinientas veces, no entiende que no es bueno que los chicos se acostumbren a recibir cosas de extraños.

Mi amigo odontólogo me consuela, mi hijo pasó sus primeros tres años de vida sin probar un caramelo, el primer día de jardín salió con la boca, con las manos y los bolsillos llenos de dulces masticables.

Parece una película de terror, pero a simple vista, los caramelos son un enemigo dulce y silencioso.

martes, 4 de octubre de 2016

Los títulos no reconocidos


Ser papá, también significa graduarse y titularse  "de hecho" en oficios variados.

  • Reparador de juguetes: Nunca usé tanto mi caja de herramientas, es más debería tener una caja especial con herramientas para juguetes
  • Curador de libros: Hasta que mi hija entendió que los stickers y los libros no son los mismo, gasté varios rollos de cinta adhesiva y un pomo y pico de plasticola.
  • Compañero fácil de encontrar en la escondida: No hay mucho para explicar, no tenemos en casa algo lo suficientemente grande como para taparme. De nada sirvió disfrazarme de lámpara de pie, fantasma o escobero.
  • Montaña para escalar: Ya no pide "ico ico caballito", sólo me escala y se sujeta bien fuerte de mis pobres pelos. Antes de agacharme siempre miro alrededor, cada vez que mis hombros se acercan al suelo, mi hija me confunde con una loma fácil de trepar con un pequeño salto.
  • Doblador de doblaje neutro: Reemplazo en vivo las palabras que escucha en castellano neutro en sus dibujitos por las del idioma familiar.
  • Embolsador de aire con sábanas: Un buen ejercicio de brazos y mucha diversión para mi hija. Esta gimnasia paterna se complementa con paseos sobre la frazada y el juego de la grúa humana.
  • Cuidador de espacios: Hay noches que le mantengo calentito el espacio de la cama matrimonial al lado de mi esposa. Si mi retoño se despierta a las tres de la mañana, me toca sillón.


lunes, 3 de octubre de 2016

Lo que dejó Río2016

Después de tres semanas de consumo intensivo de las diferentes disciplinas deportivas, empiezo a ver los efectos colaterales en el comportamiento de mi hija.

El primer indicio fueron los saltos ornamentales desde la panza de papá hacia el sospechoso montón de almohadas y almohadones. Cuando sostuvo el equilibrio inclinó su cabeza ligeramente hacia a arriba, levantó los brazos hacia los costados, entrecerró los ojos e hizo una zambullida en caída libre.

Después de ver a Simone Biles hasta el hartazgo, intentaba saltos y piruetas muy divertidas.

Lo más llamativo fue que mientras estábamos en el jardín, fue a buscar la manguera, la usó para marcar la línea de salida, se agachó, apoyó las manos adelante, contó hasta tres y salió corriendo como Usain Bolt dando vueltas alrededor del tender. Ahí tocó mi corazón melancólico, un cuarto de lágrima dibujó un círculo en mis ojos, mientras recordaba mis días en competencias de alto rendimiento y aspiraba a ser como Carl Lewis "el hijo del viento".

-¡Vamos papá! y comencé a dar vueltas con ella, preguntándome si los sueños se heredan genéticamente  y feliz de que sus piecitos sigan al menos por un rato mis pasos.